POR:MARÍA PEÑA | 23 JUNIO 2017

WASHINGTON.- Como país de inmigrantes, EEUU siempre ha recibido a niños refugiados que huyen de guerras y violencia, pero ahora algunos legisladores republicanos promueven una medida que cuelga el rótulo de “alto” al ingreso de niños no acompañados centroamericanos, lo que levanta sospechas sobre un cariz racial.

Escapan de las pandillas, de la violencia y de la pobreza, o simplemente buscan reunirse con sus padres,, cargando a cuestas traumas y el cansancio físico por un largo caminar a través de peligrosas rutas y desiertos, a veces acompañados por “coyotes”.

Al llegar a la frontera sur, sin embargo, muchos niños y jóvenes se topan con barreras físicas y legales, o terminan en centros de detención.

EEUU afrontó una crisis humanitaria en la frontera sur con la llegada de decenas de miles de niños no acompañados en el año fiscal 2014, cuando detuvo a 52,000 menores, pero la cifra bajó a cerca de 32,000 en el siguiente año fiscal, gracias en parte a la “mano dura” de México con los migrantes del istmo centroamericano.

Aunque las cifras han disminuido en lo que va del año fiscal 2017, a unos 31,000 niños, testimonios recabados por grupos defensores de los inmigrantes, como LULAC esta semana, dan fe de que el miedo a ser reclutados o a morir a manos de las pandillas en Centroamérica sigue igual de latente entre niños y jóvenes.

El miércoles pasado, el Comité Judicial de la Cámara de Representantes aprobó una iniciativa republicana que modifica la llamada “Ley Willberforce” de 2008, y facilita la “deportación expedita” de niños centroamericanos no acompañados que no sean víctimas de “una forma severa” de tráfico de personas, no tengan casos de asilo válidos, o “no tengan miedo” a ser regresados a sus países de origen.

¿Por su propio bien?

En declaraciones hoy a este diario, el presidente del Comité, Bob Goodlatte, aseguró que las políticas de la Administración Obama “crearon caos y pusieron en peligro a centenares de miles de niños no acompañados de Centroamérica”, pero la Administración Trump “afortunadamente ha revertido muchas de las políticas” que alimentan  los cruces ilegales en la frontera.

A su juicio, es por su propio bien, para que los niños no emprendan un camino peligroso a través de México hacia Estados Unidos, y el “Acta de Protección de Niños” permite “regresarlos a casa con rapidez y seguridad”.

Goodlatte, quien ha enarbolado la lucha contra la inmigración ilegal, hoy mismo presentó sendos proyectos de ley, uno contra las “ciudades santuario”, y otro para incrementar las sanciones contra criminales convictos que reingresan ilegalmente a EEUU.

Una política migratoria con más filo
La Administración Trump ha dado continuidad y fortalecido la política de deportar a niños no acompañados, además de que se apoya en el “Programa Sur” de México para interceptar a migrantes, prácticamente convirtiendo al país vecino en un “vertedero de refugiados”, según “Human Rights Watch”.

Para el año fiscal 2018, ha solicitado $2,800 millones para la puesta en marcha de sus órdenes ejecutivas contra los inmigrantes, un incremento de $1,500 millones para el arresto y deportación de indocumentados, y $1,600 millones como “primera” para un muro en la frontera con México.

Lecciones de la Historia
Armados con datos sacados de la Historia, líderes demócratas y un experto consultados hoy por este diario argumentaron que EEUU siempre ha puesto la alfombra de bienvenida a niños refugiados.

“La nueva política es un preocupante repliegue de la tradicional apertura de EEUU a niños no acompañados y jóvenes refugiados y solicitantes de asilo de todo el mundo, porque muchos regresarán a la persecución y opresión”, dijo Alex Nowrasteh, analista de política migratoria del libertario Instituto Cato.

“Una manera de ayudar a estos niños es dándoles visas en sus países para obviar una ruta peligrosa o traficantes de personas. Es el dilema de siempre sobre cómo atajar la inmigración ilegal… no puedo decir si es racismo, porque tendríamos que ver qué hay en el corazón de la gente que apoya estas medidas, que son una distracción de lo que se requiere para resolver el problema“, agregó.

Por su parte, el congresista demócrata por Illinois, Luis Gutiérrez, condenó que los republicanos digan que los niños que huyen de Centroamérica “son pandilleros y una amenaza para EEUU”.

“¿Recuerdan cuando los republicanos dijeron que los niños centroamericanos traían el virus del Ébola, que en realidad era de África? Pues eso dijeron, y dirán casi cualquier cosa para meterle miedo a la gente sobre los inmigrantes y los refugiados”, se quejó Gutiérrez.

El problema es que los republicanos no sólo luchan contra la inmigración ilegal sino que ahora consideran que solicitar asilo “es una forma de inmigración ilegal”, y los niños que huyen de Centroamérica no tienen alternativas o puertas abiertas, “excepto una puerta abierta hacia una celda”, observó.

Antes y durante la Segunda Guerra Mundial, EEUU se dejó guiar por el “racismo y antisemitismo” al rechazar a judíos que huían de los nazis en Europa y, según Gutiérrez, esa es una historia que la Administración no debe repetir en este caso.

“Estamos deportando y rechazando a gente desesperada que afronta muerte y terror sin nuestra ayuda”, puntualizó.

En una audiencia el miércoles pasado, la congresista demócrata por Texas, Sheila Jackson-Lee, señaló que los países del “Triángulo del Norte” son “enormemente pobres” y no tienen la capacidad o infraestructura para proteger a niños vulnerables.

En los siglos 18 y 19, era común que niños no acompañados de Europa viajasen solos en barcos hacia EEUU huyendo del hambre o la persecución, “y muchos acá en el Congreso, de hecho, podrían ser descendientes de esos niños. Ahora tenemos niños de otra región, con distinta etnia o raza, pero no creo que podemos hacer una diferencia y no protegerlos”, subrayó Jackson-Lee.