Verónica Santamaría (@VeronuK) | julio 26 2017 | http://www.animalpolitico.com

Huyeron porque los iban a matar. Edwin y José dejaron Centroamérica porque sus vidas corrían riesgo, dejando atrás parientes, amigos, hogar y trabajo.

Salieron de Honduras y el Salvador – naciones que junto a Guatemala pertenecen al “Triángulo Norte” de Centroamérica – dejando negocios y trabajos prometedores ante las amenazas de las pandillas y el crimen organizado.

De acuerdo con ACNUR, estos países enfrentan los mismos males: crimen organizado, extorsión, reclutamiento forzado, violencia sexual y dificultades socioeconómicas desde hace décadas.

Ahora se ganan la vida como choferes tras el volante de un Uber en la Ciudad de México.

Dejé mi negocio para salvar la vida
Edwin es hondureño, padre de una niña y en su país era dueño de una flotilla de taxis junto con su primo, quien fue asesinado por el crimen organizado.

“La última vez que estuve en mi país fue en 2015, hace casi dos años”,recuerda Edwin, mientras maneja su Uber.

Él y su familia vivían en el poblado de Lima Cortés, a cuatro horas de la capital de Honduras. El negocio de los taxis iba tan bien – al mes generaba 60 mil lempiras, equivalente a casi 3 mil dólares – que empezaron a ser extorsionado por los criminales.

En Honduras “si tú ganas bien esa gente te extorsiona, si tienes un buen trabajo y ganas bien esa gente te extorsiona, si ven que te mandan dinero de Estados Unidos también te extorsionan, uno no puede vivir tranquilamente”.

La pandilla de los Maras asesinó a su primo. Edwin decidió denunciar el crimenpero “fue lo peor que pude haber hecho, fue como ponerme la soga al cuello; esa gente supo quién los había denunciado”, al dar su nombre completo en la declaración antiextorsión.

Durante tres meses Edwin y su familia se escondieron en varias partes de Honduras huyendo de las pandillas que los buscaban para matarlos.

El grupo de las maras son “una peste que hay en mi país, por ese grupo uno no puede estar tranquilo, ellos son los que extorsionan, ellos son los dueños del país y no puedes hacer nada porque están ellos”.

Hace apenas siete meses, Edwin, se enteró que habían asesinado a su tío, “él era dueño de antros”.

Según datos de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), 65.6 millones de personas se vieron forzadas a huir de su país en búsqueda de protección mundial, la cifra más alta hasta el momento.

Tan solo en 2016, hubo 10.3 millones de nuevos desplazados por conflictos o persecución, de acuerdo a datos del Observatorio sobre Desplazamiento Interno de Consejo Noruego de Refugiados, en el reporte Tendencias Globales. Desplazamientos forzados en 2016.

La cifra de nuevos desplazados equivale a que en 2016, tan solo 20 personas se vieron obligadas a huir de sus hogares cada minuto.

El mismo reporte señala que Estados Unidos fue el segundo país receptor de nuevas solicitudes de asilo en 2016, con 262 mil, 52% más respecto a 2015 con 172 mil 700 solicitudes y más del doble de las recibidas en 2014 con 121 mil 20 solicitudes. Poco más de la mitad de esas solicitudes correspondió a personas procedentes de México y América Central.

Las solicitudes de centroamericanos aumentaron en comparación con las de 2015, las solicitudes de nacionales salvadoreños casi se duplicaron, de 18 mil 900 el año anterior a 33 mil 600 en 2016.

Llegué como todos, de ilegal
José – a quien llamaremos así por seguridad – tuvo que dejar El Salvador y su empleo bien remunerado, en el que ganaba entre mil y tres mil dólares al mes, para salvar su vida.

“En El Salvador dejé todo, se puede decir, dejé familia, amigos, toda una vida ahí quedó”, dice mientras conduce su Uber.

“Todo salió de improvisto y por eso tuve que abandonar mi país”, dice José.

Las amenazas de muerte que recibió este salvadoreño, de más de 50 años de edad, fueron directas y como otros, perdió gente cercana “los perdí porque ya no los vuelvo a ver, no están muertos, el problema fue conmigo no con otra persona”.

Para él, México fue su única elección para salir, “llegué como llegan todos los migrantes, de manera ilegal. Viajé desde El Salvador hasta Guatemala, 48 horas de viaje para llegar a ciudad Hidalgo, a unos kilómetros de Tapachula, Chiapas”.

José tuvo suerte y no fue detenido por el Instituto Nacional de Migración en México, pues contó con la ayuda de algunos amigos para llegar al país.

Autoridades mexicanas detuvieron a 46 mil 887 personas provenientes del Triángulo Norte de Centroamérica entre enero y abril de 2016, según datos de ACNUR.

En 2015, las autoridades de migración detuvieron hasta 190 mil personas en la frontera mexicana de las cuales 170 mil provenían de El Salvador, Honduras y Guatemala.

Se estima que hasta 400 mil personas provenientes de Centroamérica cruzan anualmente la frontera sur de México de manera ilegal.