LONDRES. ALBERTO MUÑOZ. 26/07/21.

La ola de inmigrantes en el Canal de la Mancha está poniendo al límite la capacidad de las autoridades británicas y francesas. Esta semana se ha superado el récord anual, con más de 8.500 llegadas a las costas del sur de Inglaterra. El lunes tocaron tierra 450 inmigrantes, el máximo en un solo día.

Las imágenes en televisión de una fragata francesa escoltando hasta su «destino» británico al bote inflable en el que se hacinaban trece personas provocaron una tormenta política. «Los franceses han convertido su problema en nuestro problema», proclamó el diputado conservador Tim Loughton. «La fragata francesa debería impedir que estos botes lleguen a nuestras costas», declaró la diputada Natalie Elphicke.

En las cámara de GB News, el nuevo y patriótico canal televisivo al estilo FOX News, el ex agente de inmigración Kevin Saunders pedía abiertamente la intervención de la Royal Navy: «Tenemos que hacer algo. Hemos llegado al punto en que hay que poner a los militares al frente para controlar esta situación. Tenemos que pararlos».

La secretaria de Interior, Priti Patel, ha intentado capear el temporal esta semana con un nuevo acuerdo de colaboración con su homónimo francés, Gérald Darmanin. El Gobierno británico ha decidido duplicar su contribución, hasta los 63 millones de euros, para ayudar a las autoridades galas a reforzar la vigilancia en las costas francesas, incrementar el número de intercepciones (más 7.500 este mismo año) y extender su radio de acción.

El 60% de los inmigrantes que dan el salto al Reino Unido desde las costas francesas llegan a través de Bélgica. Dunquerque ha desplazado a Calais como el centro de operaciones de las mafias del «tráfico humano», aunque también se ha incrementado la actividad en el sur, en la zona de Boulogne. Las playas de Dungeness, al sur del Dover, son el nuevo destino predilecto.

Los inmigrantes, la mayoría procedentes de Oriente Medio o del África subsahariana, llegan a pagar hasta 3.500 euros por la travesía de 33 kilómetros que llega a tardar hasta diez horas, en botes cada vez más grandes. Este verano han tocado tierra varios «mega inflables» que pueden transportar hasta 90 personas.

Al ritmo actual, la ola de inmigrantes en el Canal de la Mancha podría llegar este año a 20.000 personas, frente a las 8.420 del año pasado. En comparación, se estima que 44.230 inmigrantes han hecho este año la travesía del Mediterráneo. Un dato relevante es que, pese a todo el énfasis en la presión de la inmigración ilegal, el Reino Unido recibió el año pasado 29.456 peticiones de asilo, una cifra mucho más baja que la de Francia (93.475) o Alemania (121.955).

«La gente tiene el derecho a estar indignada por la llegada constante de pequeños botes a nuestras costas, fletados por bandas de delincuentes que sacan provecho de la miseria humana y ponen muchas vidas en riesgo», declaró esta misma semana Priti Patel. «El Gobierno está afrontando el problema de la inmigración ilegal con una reforma integral de nuestro sistema de asilo que nos permitirá sentencias más duras para quienes intenten llegar de un modo ilegal al Reino Unido y una mayor capacidad para expulsar a quienes no tienen el derecho legal de estar en el país».

El Parlamento británico ha dado el visto bueno a la Nationality and Border Bill, boicoteada por los laboristas y denominada por sus críticos como la «ley anti refugiados». La ley autoriza a la fiscalía a incriminar a los inmigrantes que crucen ilegalmente el Canal de la Mancha, que podrían recibir penas de hasta cuatro años de cárcel (y condenas de cadena perpetua para los implicados en «tráfico humano»).

Patel, hija de inmigrantes indios procedentes de Uganda, ha sido criticada por su acercamiento exclusivamente de seguridad y en el contexto político del Brexit («recuperar el control») al problema de las travesías «ilegales» del Canal de la Mancha, que ella misma vaticinó que estarían erradicadas a estas alturas hace dos años.

La secretaria de Interior ha obviado la dimensión «humanitaria», incluso a la luz de problemas como el surgido en los barracones militares de Napier, donde se decidió albergar temporalmente a los inmigrantes que cruzaron el Canal de la Mancha. Al menos 200 de ellos contrajeron el Covid y siete intentaron suicidarse en condiciones comparables a las de una prisión.

El caso del pequeño Ardin, el niño kurdo-iraní de 15 meses cuyo cuerpo fue hallado en las costas de Noruega en junio, meses después del hundimiento del bote que transportaba a toda su familia, puso finalmente un rostro humano a la arriesgada travesía del Canal de la Mancha.

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