Por Rufo Valencia | amlat@rcinet.ca | 23 agosto, 2017

La llegada de miles de demandantes de asilo a las fronteras canadienses, provenientes de los Estados Unidos, ha puesto nuevamente en evidencia las fuerzas y las flaquezas del sistema canadiense de inmigración, un país de origen inmigrante en territorio de los pueblos originarios.

Un reciente editorial del periódico Toronto Star puso de manifiesto uno de los rasgos más injustos del sistema canadiense de recepción de migrantes: se trata de las políticas de detención de inmigrantes indeseados.

Para entender lo que está mal con el sistema de detención de los migrantes en Canadá, basta considerar el caso de Ricardo Scotland.

Este solicitante de refugio originario de Barbados permaneció detenido por 18 meses en una cárcel de máxima seguridad en Thorold, provincia de Ontario, pese a no haber sido acusado de ningún delito. De hecho, tal como el juez de la Corte Superior de Ontario, Edward Morgan, dictaminó la semana pasada, Ricardo Scotland fue detenido “sin motivo reales”.

Al ordenar la liberación inmediata de Ricardo, el juez Morgan describió como kafkiano el trato que recibió el detenido de parte del sistema de detención de migrantes, criticando severamente a la Agencia de Servicios Fronterizos de Canadá (CBSA) y a la Comisión de Inmigración y Refugiados por operar sobre la base de “un sin fin de errores, acusaciones sin fundamento y tecnicismos” para arrestar a un padre soltero y detenerlo indefinidamente.

Semejante cosa no debería ocurrir en una democracia, destaca el editorial del Toronto Star. Pero en Canadá no es raro que inmigrantes indeseados, que no han recibido ninguna condena por ningún crimen, languidezcan durante años encerrados en cárceles de máxima seguridad.

El caso de Ricardo Scotland y el fallo severo de la Corte muestran una vez más las fallas en el sistema canadiense de inmigración, fallas ante las cuales Ottawa actúa de manera vergonzosamente lenta.

Primero, Ricardo Scotland nunca debió ser encarcelado, ya que fue detenido por cuatro presuntas violaciones de las condiciones de libertad bajo fianza, todas las cuales fueron halladas como errores inocentes. El ministro canadiense de Seguridad Pública, Ralph Goodale, había declarado que, dentro el sistema canadiense de inmigración, la detención debería ser el “último recurso”. Claramente, ese no fue el caso para Scotland.

Segundo, una vez que se determinó que las presuntas violaciones eran “falsas”, como dijo el juez, Ricardo Scotland debió haber sido liberado. En su última audiencia ante la Comisión de Inmigración y Refugiados, inclusive un representante gubernamental declaró que Ricardo Scotland debía ser puesto en libertad. Sin embargo, el juez en la audiencia cuasi judicial rechazó esa petición.

Tal como el juez Morgan señaló, una vez que la Comisión de Inmigración y Refugiados ha tomado una decisión, es muy difícil modificarla.

Afortunadamente, el gobierno del primer ministro canadiense, el liberal Justin Trudeau, ya ha tomado una serie de medidas para mejorar el sistema. Por ejemplo, el año pasado el ministro de la seguridad pública, Ralph Goodale, dedicó cinco millones de dólares para ser invertidos en “alternativas” al encarcelamiento, que incluyen el uso de bonos de rendimiento, depósitos en efectivo o sistemas de vigilancia electrónica, de manera que incluso los migrantes detenidos considerados como un riesgo de fuga no necesiten ser encarcelados.

Ya hay señales de progreso. En la gestión 2016-17, por ejemplo, Canadá detuvo a algo más de 6.200 personas. Esta es una cifra drásticamente inferior en comparación a los 10.088 detenidos en 2013-14 bajo del régimen del ex primer ministro de Canadá, el conservador Stephen Harper.

Existe una serie de pasos que Ottawa debería implementar inmediatamente. Por ejemplo, las autoridades canadienses deberían asegurarse de que ningún migrante sea encarcelado a menos de que represente un riesgo para la seguridad pública.

Ottawa también debería poner fin a las detenciones indefinidas, criticadas por el Comité de Derechos Humanos de la ONU y prohibidas en muchos países. También debería acelerar el establecimiento de una prometida institución para el control y la vigilancia de los organismos canadienses de seguridad, una entidad que finalmente proporcionará una supervisión independiente de la Agencia de Servicios Fronterizos de Canadá (CBSA).

Hace mucho que el injusto y vergonzoso sistema de detención de migrantes de Canadá debería haber revisado. La decisión del juez de la Corte Superior de Ontario, Edward Morgan, de ordenar que se ponga fin a la infundada detención de Ricardo Scotland, muestra el camino a seguir.