REDACCIÓN Y AGENCIAS  Corpus Christi, Texas | 29/08/2017 21:22 |

Ansioso por demostrar que está activamente comprometido con el trabajo, el presidente Donald Trump aterrizó junto a su esposa, Melania Trump, este martes en el asolado Texas, tomando las precauciones para no interferir en las tareas de la respuesta federal a los estragos del huracán convertido en tormenta tropical Harvey.

El mandatario enfrenta su primer gran desastre natural mientras ve como su popularidad desciende a niveles históricos debido a la gestión caótica de su Administración durante los primeros meses de Gobierno, el rechazo de la tan prometida revocación de la Obamacare, una investigación en curso del FBI sobre sus vínculos con Rusia y a la falta de contundencia del rechazo a la violencia racista en Charlottesville.

El Air Force One aterrizó en Corpus Crhisti, lejos de las peores inundaciones que se han producido en la región de Houston, pero mientras el temporal continúa afectando la zona. Está previsto que la tormenta, que ha dejado a su paso al menos 11 víctimas mortales, alcance el jueves su mayor pico de virulencia. “Esto fue de unas proporciones épicas”, declaró el presidente al reunirse con funcionarios locales. Además expresó su agradecimiento a los servicios de emergencia y a las autoridades locales, que se han encargado de coordinar la evacuación de 17.000 personas en el estado de Texas.

Trump hizo estas declaraciones durante una reunión con el gobernador de Texas, el republicano Greg Abbott, y otros oficiales en Corpus Christi, una ciudad de 320.000 habitantes que el viernes recibió el impacto del huracán cuando tocó tierra con vientos de 215 kilómetros por hora.

“La proporción ha sido épica. Nunca nadie ha visto algo como esto y sólo quiero decir que ha sido honor para nosotros trabajar con el gobernador y con todo su equipo”, señaló Trump.

En la reunión también estuvieron presentes los dos senadores por Texas, Ted Cruz y John Cornyn, y el jefe de la Agencia Federal de Manejo de Emergencias (FEMA), Brock Long, a quien Trump dirigió varias palabras de reconocimiento por su labor para coordinar la respuesta a Harvey. “Usted ha estado simplemente excepcional. Y puedo decirle que mis compañeros me están diciendo lo bien que sus agentes han trabajado de manera conjunta. Este es un verdadero equipo”, añadió.

El mandatario dijo que aún no quería felicitar a nadie, pero expresó su deseo de que la respuesta a Harvey sirva como guía para saber cómo actuar ante nuevas catástrofes naturales. “Queremos hacerlo mejor que nunca, queremos que dentro de cinco años o de diez años nos vean y digan esa era la forma de hacerlo”, resaltó.

Los huracanes han presentado a menudo la oportunidad a los presidentes estadounidenses para que tanto se puedan lucir como líderes o como, al contrario, hipotequen su carrera política. El presidente George W. Bushtuvo que luchar para recuperarse después de ser duramente criticado por la tardanza en la respuesta que dio a la devastación que dejó en Nueva Orleans (Luisiana) el Katrina, que mató a 1.800 personas en 2005.

Bush declaró que el entonces director de la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias, Michael Brown, estaba haciendo “un trabajo de heckuva ” (que vendría a traducirse como “un trabajo cojonudo”), comentarios que parecían chocar con la realidad una vez que devastación se hizo evidente. Las imágenes del republicano mirando hacia abajo la inundación en Nueva Orleans desde el Air Force One también dieron la impresión de que estaba separado de las terribles condiciones sobre el terreno.

De hecho Trump criticó a Bush durante el pasado fin de semana y dijo que trata de evitar los errores que cometió el mandatario republicano con el huracán Katrina.

En 2012, por su parte, el presidente Barack Obama supervisó con éxito político la respuesta del gobierno a la supertormenta Sandy que afectó la costa este justo antes de las elecciones de 2012. El viaje de Obama a la dura costa de New Jersey. El viaje de Obama a la costa de Nueva Jersey le permitió unirse al gobernador republicano Chris Christie, quien elogió al presidente, un gesto que lo reforzó en el enfrentamiento partidista de Obama contra el gobernador republicano Mitt Romney.

Así pues,Trump se juega su popularidad en Texas, en un momento en que una nueva encuesta, del prestigioso instituto Pew Research , apunta que sólo 1 de cada 6 votantes les agrada la forma en que el multimillonario ha llevado la presidencia.

Trump ha parecido saborear el papel de guiar la respuesta de la nación a Harvey, que llegó a la costa del Golfo el viernes por la noche como una tormenta de categoría 4 cerca de Corpus Christi y se trasladó hacia el noreste a lo largo de la costa de Texas sobre Houston. El agua acumulada en zonas del sureste de Houston (Texas) ha alcanzado 1,25 metros, récord histórico en el estado, y las autoridades han rescatado a miles de personas desplazadas por la tormenta.

“La recuperación será un camino largo y difícil y el gobierno federal estará dispuesto y capaz de apoyar ese esfuerzo”, dijo Trump el lunes. Trump prometió que el Congreso actuaría rápidamente para aprobar un gran paquete de recuperación para ayudar a la región de la Costa del Golfo y dijo que era probable que regresara a Texas, y que haría una parada en Luisiana, durante el fin de semana.

Mitin improvisado

El magnate, como hombre de mítines que es, tuvo la ocasión tras la reunión con Corpus Christi de decir unas palabras frente a unas mil personas que se habían congregado fuera del edificio. El mandatario reivindicó su capacidad de mando al frente de la Casa Blanca y quiso demostrar que el pueblo texano tiene todo el apoyo del Gobierno.

Para mostrar su solidaridad, Trump llegó a subirse a la parte de atrás de un camión, donde agarró un micrófono y dijo a la multitud: “Os queremos, sois especiales, estamos aquí para cuidaros, todo está yendo bien y quiero daros las gracias por salir. Os vamos a tener de vuelta y operando de manera inmediata”. “Es histórico, es épico, pero os digo que esto ha pasado en Texas y Texas puede superar cualquier cosa”, añadió Trump, quien agitó ante sus seguidores una bandera del estado.

Un atuendo para la ocasión

Tanto el presidente, como su mujer, se han vestido para la ocasión. Trump llevaba una gorra blanca con las letras en azul oscuro “USA” (United States of America, Estados Unidos de América), mientras que la gorra de ella rezaba “FLOTUS”, acrónimo de “primera dama de los Estados Unidos”.

No ha ayudado a la presidencia la imagen de la primera dama de Estados Unidos que decidió emprender su viaje a las zonas afectadas en tacones de aguja, un atuendo que causó un gran revuelo, aunque cuando descendió del Air Force One cambió su vestimenta y llevaba calzado deportivo.

Una catástrofe que recuerda a Katrina

Houston es la zona más afectada por las catastróficas inundaciones resultado del paso de Harvey, que ha provocado ya cerca de una decena de fallecidos y miles de desplazados en sureste de Texas.

La tormenta tropical, cuyo ojo se sitúa frente a la costa central de Texas, sigue arrojando este martes fuertes lluvias y se espera que las inundaciones “empeoren” en el sureste del estado y el suroeste de Luisiana hasta que su centro toque tierra de nuevo este miércoles.

Harvey, el huracán más potente en llegar a Estados Unidos desde 2005 y a Texas desde 1961, presentaba hoy vientos máximos sostenidos de 75 km/h y se ubicaba a 185 kilómetros al sursuroeste de Cameron (Luisiana) y a unos 170 kilómetros al sur-suroeste de Port Arthur, en Texas.

Se desplaza lentamente hacia el nornoreste con una velocidad de traslación de 7 km/h y, según un probable patrón de trayectoria, el ojo se mantendrá esta noche fuera de la costa central y superior de Texas, para luego “moverse en la madrugada del miércoles tierra adentro por el noroeste de la costa del Golfo”.

Harvey, que alcanzó el viernes la costa con vientos máximos sostenidos de 215 kilómetros por hora, lo que le convirtió en huracán de categoría 4 en la escala Saffir Simpson, de un máximo de 5, podría dejar hasta el jueves nuevas lluvias que podrían alcanzar las entre 25 y 50 centímetros en el suroeste de Luisiana y el norte de Texas.

El otro gran peligro es el aumento del nivel del mar en las zonas costeras, debido a la marejada ciclónica y las altas olas que provocan los fuertes vientos. También se está pendiente del comportamiento de dos embalses, que amenazan con desbordarse.