Dos jóvenes migrantes huyeron de agentes de Migración, refugiándose en el río Sabinal de Tuxtla Gutiérrez.

Los acusaban de robo. Ellos dicen que sólo pedían ayuda. Finalmente los indocumentados se entregaron y fueron llevados a la estación migratoria, no a “La Popular”.

Es el sur, no el norte del país. Es el río Sabinal, no el Bravo. Pero aquí como allá hay personas que buscan pasar de “mojados”, en busca de una vida mejor para sí y los suyos. Aquí como allá hay obstáculos “legales” que devienen en odio y racismo.

“No vales nada para mí”, dice el agente del INM parado a la orilla del afluente, desde lo alto. Le molesta que los migrantes se escaparon. Que hayan bajado con facilidad al afluente y que él no pueda hacer lo mismo.

“Para ti no valgo, pero para mi familia valgo oro”, contesta el joven. Lo acompaña un joven, al cual llama hermano.

Los oficiales del Instituto Nacional de Migración detectaron a los jóvenes en la vía pública de la capital chiapaneca.

“Estaban robando”, acusa un oficial. “Mientes. Tu boca está sucia”, responde desde abajo el migrante. Se arrodilla y jura que sólo estaba pidiendo ayuda para comer y para darle a su hijo.

“Es su modus operandi. Se ponen en los cruceros, piden dinero y sacan mucho. No buscan ir al Norte (E.U). Cuando ya tienen bastante, se entregan y los enviamos gratis a su país”, dice un agente.

El joven que más habla se sienta sobre una piedra, dentro del agua sucia del afluente que corre sobre la 4a Norte, entre 9a y 10a Poniente de Tuxtla.

El otro permanece de pie, callado. Mira a todos lados, No hay salida.

“¡No quiero volver allá, wey!”, grita. El otro lo secunda.

Es que el oficial los exhorta a entregarse. Hagan las cosas legalmente, vayan a la Comar, les dice.

El que está sentado de repente se saca los zapatos tenis y los arroja a la corriente.Se levanta, mira a su hermano y le pide que se entreguen. “Ta mejor que vayamos. Tranquilo, no hicimos nada”.

Caminan hacia el otro extremo. El líder nato, descalzo, trepa con suma facilidad el muro de piedra y llega al suelo.

El otro escala con ayuda de una soga. “El que nada debe nada teme”, dice al salir.

“No inventes wey”, le dice al agente del INM que asegura que estaban robando.

Ambos jóvenes son asegurados y subidos a la unidad del INM, sin logotipo. Los llevan a la estación migratoria Cupapé.