25 Enero, 2018 | Puebla, Pue.
Érika Nieto

Nunca había sido tan mencionada la urgencia de que gobiernos como el de México que encabeza la lista en la cantidad de indocumentados que radican en territorio norteamericano tome medidas laborales, sociales, educativas y hasta de seguridad, a favor de los migrantes en retorno, ni siquiera durante la gestión de Barack Obama al frente de la Casa Blanca cuando rebasó totalmente las cifras de mexicanos deportados.

Lo cierto, es que siempre ha sido urgente la necesidad de que no solo el gobierno federal, sino también las autoridades estatales, municipales y hasta las auxiliares contemplen en sus planes de gobierno programas de apoyo a la reintegración de los miles de paisanos mexicanos que son deportados de Estados Unidos después de una larga estancia, o incluso para todos aquellos miles de mexicanos que deciden ellos mismos regresar al lado de su familia o con sus hijos nacidos en ese país.

Y es que la mayoría de quienes regresan voluntariamente o por obligación a México lo hacen directamente a sus comunidades de origen, comunidades que al pasar de los años, no reflejan un desarrollo en infraestructura o industrial suficiente para reintegrar sin mayor dificultad a sus recién llegados.

La mayor desventaja de los migrantes en retorno es que lo hacen a una edad productiva y sin muchos ahorros, pero con el panorama de lo que vivieron en Estados Unidos, sueldos suficientes para pagar una renta, ropa, alimentos y quizá, hasta una modesta camioneta o auto.

Vienen de empleos en el ramo de la construcción, de trabajar como jornaleros, quizá más al norte del país regresan después de trabajar años en casinos, restaurantes y hasta hoteles, muchos más, sobre todo mujeres que son madres de familia, vienen de trabajar en tiendas departamentales, estéticas, spas o clínicas de belleza.

Adaptados a salarios que van desde 6 o 7 dólares por hora en el peor de los casos como el de los jornaleros ilegales, que representan 240 dólares a la semana en promedio, o los de mediano ingreso con 12 o 15 dólares trabajando en líneas industriales, rebasando los 500 semanales.

Sin embargo, profesionistas como los jóvenes “dreamers” pueden llegar hasta los 30 dólares por hora, en jornadas de ocho horas durante 5 días a la semana, sin olvidar que cualquier jornada laboral en fin de semana se paga al doble, pero ellos cuentan con permiso temporal para trabajar.

No se trata de hacer cuentas alegres de ninguna manera porque el país más poderoso del mundo es muy caro y las cuentas no son nada pequeñas ni fáciles de cubrir. De ahí que para enviar dinero a sus familias en México muchos paisanos buscan dos jornadas laborales o trabajar en fines de semana.

Bajo este panorama quienes regresan a México se sorprenden al encontrar tan bajos salarios en todos los rubros, la exigencia de trabajar más de 8 horas por tan poco dinero y sobre todo, las escasas oportunidades laborales, no importa si hablan perfectamente el inglés o regresan como en el caso de algunos “dreamers” que ya fueron deportados, con carrera profesional y experiencia.

En México, son pocos los estados de la república que representan una opción productiva para reintegrar a los miles de paisanos migrantes que son obligados diariamente, por una u otra razón, a abandonar su vida en Norteamérica, vienen elecciones en todo el país para este 2018 y ya va siendo momento de que este tema fundamental sea tomado en cuenta, pero en serio.