Los migrantes siguen llegando a Tijuana, Baja California, y ya no caben en el albergue instalado en la Unidad Deportiva Benito Juárez, por lo que tienen que buscar dónde dormir.
“Nosotros dormimos afuera, pusimos unos nylon, porque con tanta gente no hay dentro en dónde quedarse”, platicó el hondureño Gilberto Rosas, de 43 años.
El centroamericano tiene una semana viviendo afuera del albergue que tiene capacidad para 3 mil personas, pero que es habitado por 6 mil 62 integrantes de la caravana.
Quienes consumen alimentos en el refugio, lo hacen entre los malos olores causados por los sanitarios móviles y el calor, así como la falta de drenaje para que se vaya el agua de las regaderas habilitadas en el campo de beisbol.
El secretario de Salud en Baja California, Guillermo Trejo Dozal, reconoció la gravedad del hacinamiento y urgió a las autoridades a la apertura de uno nuevo.
Actualmente ya brindaron 3 mil 600 consultas médicas a migrantes, de las cuales son 2 mil 267 en Tijuana y 1 mil 337 en Mexicali; 61 por ciento de los casos por enfermedades de las vías respiratorias, como gripe, explicó el funcionario.