Niños migrantes

Los niños migrantes se encuentran expuestos constantemente a violaciones a sus derechos humanos porque las leyes y políticas nacionales de control de la migración irregular carecen del enfoque compatible con su calidad de niños

Los niños migrantes son uno de los grupos humanos más vulnerables. De hecho, son triplemente vulnerables: como niños, como migrantes y como personas en situación irregular. Estos niños, constituyen un colectivo grande y diverso que incluye a: a) niños que llegan al país de destino para reunirse con sus familias pero que no se inscriben en los esquemas oficiales de reunificación familiar o no consiguen documentación válida a través de estos programas; b) niños que entran de forma irregular con uno o varios parientes o no acompañados; c) niños que han escapado de sus familias y se encuentran solos; d) niños nacidos en el Estado receptor, pero cuyos padres o tutores son irregulares; e) niños con estatus regular pero que viven con padres o tutores en situación irregular; f) niños sin permiso de residencia o con visados caducados, y g) niños que forman parte de familias cuyas solicitudes de asilo han sido rechazadas.

Estos niños se ven inmersos en dos ámbitos normativos: uno incluyente y otro excluyente. El primero es el de los derechos del niño, que por definición es garantista y protector de sus derechos humanos por su calidad, precisamente, de niños. El segundo es el de las normas de extranjería que es muy restrictivo y no tiene un enfoque compatible con los derechos del niño.

El número de niños y niñas que migran solos es alarmante y cada vez mayor. Muchos niños y niñas migran solos y enfrentan riesgos sumamente graves. En algunas partes del mundo, su número se ha disparado. En la peligrosa ruta de la migración del Mediterráneo central desde el norte de África hasta Europa, el 92% de los niños y las niñas que llegaron a Italia en 2016 y los dos primeros meses de 2017 no estaban acompañados, en comparación con el 75% en 2015. En 80 países se registró por lo menos a 300.000 niños y niñas no acompañados o separados que se trasladaban a lo largo de las fronteras en 2015-2016, casi cinco veces más que los 66.000 que se registraron en 2010- 2011. Probablemente, el número de niños y niñas no acompañados o separados en tránsito en el mundo es mucho mayor. Hay razones concretas que motivan a niñas y niños a emprender solos estos viajes.

Sin vías seguras y legales, en la migración de niñas y niños abundan los riesgos y la explotación, sea cual sea su motivación, los niños y las niñas pocas veces tienen la posibilidad de migrar legalmente. La reunificación de las familias, los visados humanitarios y los sitios de reasentamiento para los refugiados, así como los visados de trabajo y estudio, están fuera del alcance de la mayoría.

Sin embargo, los obstáculos a la migración legal no impiden que la gente continúe migrando; por el contrario, los impulsan a hacerlo clandestinamente. Cuando las familias y los niños se encuentran desesperados por salir de su país, pero enfrentan obstáculos, la trata clandestina de personas prospera. Existe desde quienes ayudan a otros por una tarifa, hasta redes criminales organizadas que convierten a los niños y las niñas en objeto de trata bajo condiciones de peligro y explotación.

Cuando los niños, las niñas y las familias ponen sus destinos en manos de los traficantes de personas, la transacción puede derivar rápidamente en abuso o explotación, especialmente si los niños, las niñas y las familias incurren en deudas para pagar a los traficantes. La Europol –Oficina Europea de Policía– calcula que el 20% de los traficantes se dedican a la trata de seres humanos: ayudan a los niños y niñas a cruzar fronteras con el propósito de lucrarse explotándolos, una especie de esclavitud moderna.

Más información en : https://www.unicef.org/lac/media/1521/file/PDF%20%20Ni%C3%B1os%20y%20ni%C3%B1as%20migrantes%20y%20refugiados%20-%20Resumen%20ejecutivo.pdf