Redacción Dossier Politico | 2017-05-30
Altar, Sonora (DP).- José, Mario y Esteban cargan en sus pequeñas mochilas no sólo un cambio de ropa, migajas de pan, tortillas secan de maíz o el olor del sudor que les genera el calor de las calles de Altar, Sonora, sino la herencia de la pobreza, el hambre y la deshumanización de las instituciones, la corrupción y el saqueo sin clemencia de las arcas públicas en México.
Los hombres de la tierra nacidos en Puebla narran a Dossier Político el calvario que representa formar parte de las estadísticas oficiales de migrantes mexicanos que ante la falta de oportunidades en su natal estado, se ven obligados a arriesgar la vida en su intención de cruzar a los Estados Unidos para alcanzar un trabajo que el Gobierno de su país les negó por avaricia y ambición de unos cuantos.
Al corazón del Centro Comunitario de Atención al Migrante en Altar arribaron estos tres padres de familia para mitigar el hambre, el cansancio, la sed y el enojo de ser víctimas de los polleros, bajadores, policías y la indiferencia de una sociedad que perdió la capacidad de asombro y se acostumbró a ver en el migrante a una figura decorativa que les provee riqueza, estabilidad, rentabilidad y una imagen internacional de ser un punto con atractivo turístico.
Temerosos a la entrevista, los hombres del campo que rondan los 30 años de edad y unos 8 en las filas de la migración en México esperan en la antesala para poder registrarse, tomar un baño, descansar y probar alimento que manos generosas preparan para alimentar no sólo el cuerpo agotado de más de 30 hijos del hambre, sino sus almas y sus ilusiones de buscar el sustento que en su patria se les negó por la mala repartición de la riqueza de todos los mexicanos.
DP: ¿De dónde son y desde cuándo salieron de su tierra?
José: “Yo ya tengo 3 semanas que me vine de Puebla, aquí llevo 10 días y todavía no he podido brincar al otro lado, se acabó el dinero, nos pusimos a trabajar en un campo, en la nuez, porque no tenemos ni para comer…
Ya nos asaltaron, nos quitaron lo poco que traíamos, no pudimos hacer nada, no podemos confiar en nadie, no pedimos nada, sólo queremos juntar para ir a Estado Unidos a trabajar donde sea, en la siembra, en lo que sea… aquí nos pagan 120 pesos y nos quitan lo de la comida, no nos queda nada”.
DP: ¿Cómo llegan a Altar y cuál es su destino?
Mario: “No es la primera vez que vamos a cruzar, ya hace 8 años estuve en Nueva York pero por una falsa identificación me regresaron por Ciudad Juárez, regresé a Puebla y me encontré con ellos y conseguimos llegar hasta aquí”.
DP: ¿Cuánto pagaron para llegar a Sonora?
Mario: “Mil dólares hasta el Sásabe, pero nos dejaron en aquí, dijeron cuando llegamos que pasarían por nosotros al día siguiente pero ya no supimos nada, nos quedamos sin feria y ahora es la segunda vez que venimos al albergue a comer algo… es la primera vez que venimos a dormir”.
DP: ¿Hablan de temor, a quién y desde cuándo y por qué?
Esteban: “A todos, a la gente, no sabes quiénes son, si son bajadores, polleros, si son policías, si son narcos, nada, por todos lados hacen daño… mejor no hablamos con nadie… aquí en el albergue sólo nos preguntan el nombre, no nos piden identificación, nos preguntan si es la primera vez que venimos y si no traemos problemas con la ley, nada más.
Desde que salimos de allá (Puebla) ya no sabemos si vamos a regresar, lo único que queremos es trabajar, allá no hay nada, no hay trabajo, en la fábrica de carros te piden la preparatoria, ya los campos están llenos, no hay comercio, nada.
Cuando llegar aquí todos te ven raro, te ven mal, como si fuéramos delincuentes pero no lo somos, nosotros no robamos, no hacemos el mal a nadie, sólo queremos cruzar al otro lado”.
DP: ¿Cuánto tiempo tardan en llegar al Sásabe, cruzar y llegar a Tucson?
José: “De aquí unas 2 horas al Sásabe en camioneta y ya cruzando 5o 6 días a pie a Tucson, son como 100 kilómetros pero en la noche dormimos”.
DP: ¿Cuándo cruzan, cuánta agua necesitan cada uno?
Mario: “Pues unos dos galones de esos de casi 4 litros y unos tacos”.
DP: ¿Por qué migran a Estados Unidos?
Esteban: “Por hambre, por miedo a seguir dándoles pobreza a nuestros hijos, por la corrupción del Gobierno, por tanta droga en las calles, por falta de trabajo… mejor morir buscando lo mejor para la familia en Estados Unidos que aguantar el hambre y la pobreza en Puebla”.
DP: ¿A qué le temen más en esta travesía a Estados Unidos?
Mario: “A todos, a todo, pero más a no darle de comer a la familia, a la esposa, a los hijos, más ser pobre toda la vida y no hacer nada, mejor morir en el desierto o que nos agarre la Migra a estar cruzados de brazos sin trabajo… más todavía a que nos vean nuestros hijos con vergüenza por no poder darles de comer, tener una casita, por no trabajar y no mandarlos a la escuela”.
Los hijos de la corrupción gubernamental y empresarial que nace de la privatización del erario, accedieron a unas preguntas del reportero a cambio de nada, sólo en agradecimiento al respeto, la admiración, sensibilidad y el calor humano que se les brindó, respeto que los amos del dinero público les han negado sin piedad orillándolos a ser unas almas sin fronteras.