BRUSELAS. BEATRIZ RÍOS. 29/07/21.

La Comisión Europea deja en el aire la aprobación de los planes de recuperación de Hungría y Polonia, que acumulan meses de retraso, dejando sin acceso al dinero a ambos países ante las dudas que suscitan las propuestas de ambos en el seno del ejecutivo, y en medio de un clima políticamente cargado debido a las tensiones de Bruselas con Varsovia y Budapest.

Las relaciones entre Polonia, Hungría y la Unión Europea se han convertido casi en un constante tira y floja en los últimos años. Pero las últimas semanas están siendo particularmente complicadas. La amenaza aún pendiente del Tribunal Constitucional polaco de revertir la primacía del derecho europeo y la cruzada homófoba del gobierno de Viktor Orban, han puesto al ejecutivo de la alemana Ursula Von der Leyen en un aprieto, justo cuando un equipo de expertos estudia al detalle los planes de recuperación que ambos países han presentado para acceder al fondo de recuperación. Y no pinta bien.

Normalmente, la Comisión tiene en torno a dos meses para estudiar las reformas propuestas por los gobiernos nacionales. Hasta ahora, ha cumplido el calendario. El ejecutivo ha aprobado dieciséis de los veinticinco planes que se han presentado, incluido el de España. Sin embargo, en los casos de Polonia y Hungría, el proceso se está alargando. «Hemos propuesto a las autoridades húngaras una extensión hasta el 30 de septiembre», explicó el vice-presidente ejecutivo económico de la Comisión, Valdis Dombrovskis, esta semana. En el caso de Polonia, «no excluimos que podamos necesitar más tiempo,» añadió.

La Comisión no aclara a qué se deben los retrasos más allá de apuntar que se ha pedido a las autoridades polacas y húngaras que clarifiquen algunos asuntos pendientes del plan, y que estas están cooperando con Bruselas. Los planes deben cumplir una serie de objetivos, desde dedicar al menos un 37% a la transición ecológica o fomentar el desarrollo digital hasta garantizar que se contribuye a la creación de empleo, pero también el buen uso de los fondos. Hungría y Polonia aspira, respectivamente, a 7.200 millones y 36.000 millones de euros en préstamos y subvenciones, y podrían percibir un 13% del total tan pronto como se aprueben sus propuestas de reformas.

Uno de los elementos clave de la evaluación son las recomendaciones en el marco del Semestre Europeo, una suerte de mecanismo de coordinación de políticas económicas y fiscales. El plan debe ayudar a lograrlos. Algunas de las recomendaciones más recientes apuntaban a la necesidad de prevenir y perseguir la corrupción en Hungría o garantizar la independencia judicial en Polonia, dos cuestiones que siguen siendo un dolor de cabeza para la Comisión.

Sin embargo, y aunque lo cierto es que otros países como Suecia, Malta, Rumanía, Finlandia o Estonia han pedido extensiones en el proceso de análisis, y Bulgaria y Países Bajos -ambos países con gobiernos en funciones- ni tan siquiera han presentado sus planes, los retrasos no parecen deberse tan solo a una cuestión meramente técnica.

Uno de los grandes escollos a la puesta en marcha del plan de recuperación fue precisamente la oposición de Polonia y Hungría a vincular el acceso al dinero al respeto al estado de derecho y los valores fundamentales de la Unión. El mecanismo, que en realidad se limita al buen uso de los fondos y a la protección de los intereses financieros de la UE, salió adelante gracias a una declaración de los líderes europeos que abría la puerta a desafiar la legislación ante la justicia. Hungría y Polonia no tardaron en hacerlo y el Tribunal de la UE, con sede en Luxemburgo, estudia ahora si el mecanismo es o no contrario al derecho comunitario.

La Comisión se ha excusado en que el proceso judicial sigue en marcha para no definir las directrices de aplicación del mecanismo que queda así, al menos de momento, inutilizado. El Parlamento Europeo ha amenazado con llevar ante los tribunales al ejecutivo de Ursula Von der Leyen por fallar en su largo de guardián de los tratados al no asegurarse de que se cumple una ley que entró en vigor el pasado mes de enero.

La presidenta de la Comisión lleva semanas visitando las capitales europeas, de Madrid a Atenas, oficializando así la aprobación de los planes de recuperación. Esa foto ahora con el primer ministro polaco Mateusz Morawiecki o el húngaro Viktor Orban, serían ahora políticamente más que problemática.